El mes de marzo será el que marcará la tendencia de lo que ocurrirá el resto del año y en el que las comparaciones, respecto al año anterior, serán reales. Recordemos dos hechos: la invasión y la finalización de las medidas de confinamiento son el inicio de la inflación y de la crisis energética y como consecuencia más repentina, los índices de precios al consumo se disparan y crecen de forma desbordada sin poder prever cuándo se producirá su contención.
Mientras, los bancos centrales cogen el protagonismo e inician el crecimiento de los tipos como medida para luchar contra la inflación de oferta, los estados del bienestar se ven obligados a proteger a los más vulnerables, y no tan vulnerables, tanto de la crisis energética como de la pérdida de poder adquisitivo de los hogares. En definitiva, el año 2023 tendrá unas características propias y muy diferenciadas de las del año pasado y éstas se verán reflejadas a partir del mes de marzo del año que somos.
A principios de mes sale a la luz el hecho de que una multinacional española ha decidido cambiar de sede y domiciliarla en otro estado de la Unión Europea, concretamente en los Países Bajos. Es obvio que la fiscalidad ha jugado su papel en la toma de decisiones. La parte positiva viene dada por el hecho de que es necesario resolver de una vez para todas, nos referimos al trato fiscal de las multinacionales, pues los beneficios obtenidos en un territorio deben tributar en el lugar donde lo han conseguido. Es decir, que una multinacional de fuera de la Unión Europea se ubique en un paraíso fiscal de Europa para actuar en el continente, puede parecernos lógico, pero no bien, pero que una europea lo haga no tiene ningún sentido. Perdón, pero sí que lo tiene desde la ordenación fiscal actual.
Por otra parte, la situación tanto en EE.UU. como en Europa, en cuanto a datos macroeconómicos en los dos primeros meses del año, son aceptables y mantienen el ritmo previsto por los analistas. Nos referimos a la creación de puestos de trabajo, a la producción industrial, a la confianza del consumidor en el que el consumo opta más por los servicios que por el comercio, a las exportaciones, especialmente al comportamiento de los precios de los productos energéticos y en definitiva, en el previsto crecimiento económico. De todas formas, la mancha negra la tenemos en el índice de precios, es decir, en el IPC, y dentro de él en los precios de los productos alimenticios, de los que el índice interanual crece en torno al 15%, nos referimos a Europa sin diferenciación de Estados.
Los precios de las materias primas impactan en los precios de los productos alimenticios, cesta de la compra, y finalmente se trasladan a precios de venta y llegan al consumidor final, es decir, es un proceso que se produce a lo largo del tiempo y esto es lo que está ocurriendo. Es una inflación de oferta. No hace falta buscar culpables entre los sectores económicos primario, secundario y terciario. Las causas son fundamentalmente geopolíticas y las consecuencias las sufren los consumidores con la pérdida de poder adquisitivo y las empresas con la reducción de márgenes y beneficios.
Los bancos centrales, preocupados por la inflación, actúan subiendo los tipos. Pero las consecuencias afectarán a todos aquellos que estén endeudados, particulares y empresas y también a todos aquellos que necesitan realizar nuevas inversiones con financiación externa. Con la rápida y fuerte escalada de tipos por parte de los bancos centrales se demuestra que las entidades financieras también aparecen afectadas, ya que sus clientes, aquellos que tienen créditos, préstamos e hipotecas, tanto los particulares como las empresas, pueden tener y tienen dificultades en sus pagos, la morosidad puede crecer de forma rápida y desmedida y provocar una crisis financiera que puede necesitar de la intervención del conjunto de la banca, de los bancos centrales y de los estados y, todo ello para garantizar los ahorros de los depositantes. De momento, ya tenemos ejemplos tanto en el continente americano como en el europeo y, la consecuencia nos lleva a la quiebra de aquellos que asumían un riesgo excesivo y de los que llevaban tiempo mal gestionados. Otra consecuencia es la crisis bursátil, en un año que empezó bien, pero los acontecimientos de última hora nos llevan a la inestabilidad con influencias del denominado “efecto riqueza”, relacionado directa o indirectamente con el “consumo” de aquellos inversores partidarios de asumir riesgo con su patrimonio.
En el ámbito español, la reforma de las pensiones sin el consentimiento de la patronal ha sido aceptada por Bruselas. Recordemos que era condición para obtener el fondo Next Generation. A nivel de Francia, en este asunto y en otros, los disturbios están a la orden del día. La edad de jubilación de 62 a 64 años es el gran problema que crea un conflicto social acompañado de crisis política de dimensiones preocupantes.
Barcelona, a pesar de los repetidos problemas de movilidad, seguridad y limpieza, sigue el camino de la recuperación de la marca y del turismo internacional. El congreso de “móviles” fue un éxito en expositores, visitantes y gastos realizados por congresistas y acompañantes. Los datos del tax free, es decir, el valor de las compras realizadas por los turistas extracomunitarios durante la semana del evento, se incrementaron en un 12% respecto al mismo período del año 2019 Sin embargo, hay que añadir que el número de ventas fue inferior y, por tanto, el ticket por compra fue superior al incremento antes señalado. La gastronomía va bien, el número de “estrellas Michelin” sigue creciendo y en el mes de noviembre, concretamente el día 28, en plena temporada valle del turismo extranjero, se entregarán las distinciones a nivel internacional. Será una oportunidad para promover una campaña de Navidad que aproveche el evento para reforzar el posicionamiento de la ciudad como gastronómica y de compras.
A final de mes llega la primavera y la fallida moción de censura en el gobierno español. La sequía continúa y afecta especialmente a Catalunya, los meteorólogos anuncian un abril, mayo y junio con más lluvia de lo normal. Cuando decimos que la situación es compleja e incierta, queremos decir que no sabemos el por qué, el cómo y el cuándo, pero hay que ser pragmáticos y reconocer que después de la pandemia todo será mejor, a pesar de la inflación, pero lo que hace falta es digitalizar y adaptarse a las nuevas formas de hacer de los consumidores. Vamos.
Santi Pagés
Economista